Asombroso: Decidimos antes de pensar en la propia decisión
El investigador John D. Haynes descubrió algo asombroso sobre el pensamiento humano que puede llevarnos a interesantes conclusiones.
Siguiendo los estudios de Benjamin Libet, constató que las personas ya hemos decidido de manera inconsciente las acciones que vamos a realizar una media de entre cinco y siete segundos antes de que pensemos de manera consciente sobre la decisión a tomar y aproximadamente diez segundos antes de llevar a cabo la acción consiguiente.
Se pidió a un grupo de voluntarios, monitorizados cerebralmente, que movieran una mano en el momento en que ellos lo considerasen oportuno. Cuando el cerebro se ponía en marcha para comenzar la acción, se emitían unas ondas cerebrales determinadas. Sin embargo, la consciencia entraba en funcionamiento unos instantes después de la aparición del llamado “potencial de disposición”. Es decir, cuando los voluntarios se proponían realizar el movimiento de forma consciente, la decisión ya llevaba un tiempo tomada y la orden ya se había emitido.
¿Qué significa esto? Muy sencillo: No pensamos y luego decidimos. Todo lo contrario. Primero decidimos (sin tener conciencia de ello) y luego el cerebro comienza a pensar en el proceso de toma de decisión haciéndonos creer que pensamos racionalmente sobre algo. Esto parece ocurrir en un porcentaje muy alto de las observaciones realizadas en laboratorio con aparatos de medición de parámetros de actividad cerebral. Por tanto, seguimos pautas de acción originadas en zonas del cerebro que se producen antes de que tomemos conciencia de la elaboración de un pensamiento.
Libet, en relación al libre albedrío de las personas, propuso que la conciencia actúa en la mayoría de las ocasiones como una entidad supervisora que generalmente toma la última decisión en relación a una decisión compleja, pero que no siempre es determinante. Así, lo que se considera libertad de decisión, se podría considerar como un proceso elaborado que, generalmente, encierra un derecho a veto mediante la acción de la conciencia, pero que no es siempre el caso y, de todas formas, está muy mediatizado por factores inconscientes.
En la teoría radiónica se considera que actuando sobre parámetros vibratorios incidimos sobre las decisiones posteriores a tomar, lo que puede llevarnos a corregir comportamientos negativos o dañinos que nos impiden progresar o alcanzar metas de interés. Siguiendo la metodología adecuada podemos influir sobre nuestra propia manera de actuar o incluso sobre la de los demás, corrigiendo desórdenes y generando nuevas opciones más proactivas.
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