Causa y efecto. Como conseguir lo que queremos
Muchas personas pasan por la vida esperando simplemente que “le sucedan cosas buenas”. La idea presente en ellas es simplemente adoptar una actitud pasiva durante su existencia, aguardando a que las diferentes situaciones aparezcan y confiando en que se presenten de forma positiva.
Así “piden” (dentro de sus respectivos marcos de creencias), que aparezca la persona idónea para compartir su vida, que les “salga” un trabajo extraordinario, que su salud sea buena o que les lluevan los ingresos, entre otros múltiples deseos.
El ser humano tiene la capacidad de imaginar y crear. Nuestra mente puede configurar nuestra realidad si ejercemos la acción imaginativa positiva durante suficiente tiempo y con la constancia adecuada. No se trata simplemente de “esperar”, sino de visualizar lo mejor en cada circunstancia. Cuando visualizamos positivamente, se nos ocurren formas activas de realizar acciones encaminadas al fin que deseamos conseguir. Las personas que desean sin más, no construyen una realidad alternativa a la que tienen. Los que visualizan correctamente construyen opciones diferentes de futuro que, además, les llevan a encaminarse hacia aquello que desean.
Cuando empleamos la radiónica para enlazarnos con objetivo concretos, la experiencia muestra que los cambios empiezan a suceder en la dirección adecuada. La radiónica presenta una forma avanzada de visualización mucho más poderosa que esta. Por supuesto, la persona tiene que estar receptiva a los cambios y actuar en consecuencia, adaptándose a las modificaciones sobre su realidad que son inherentes a aquello que espera que suceda. Esto implica una actitud activa, que nada tiene que ver con la postura “pasiva” que mencionamos al principio.
Conectarnos con una realidad mejorada implica actuar activamente sobre los entramados energéticos que construyen una realidad diferente. Cuanto más complejos sean los cambios necesarios, mayor energía requerirá la acción. Los dispositivos radiónicos operan mejor cuando el operador está motivado hacia un fin y cuando el propio dispositivo dispone de una fuente de energía sutil potente y propia (energía orgón), que contribuye a alcanzar el objetivo con mayor celeridad y eficacia. Esa es una diferencia fundamental que debe considerarse a la hora de elegir un aparato radiónico que podamos emplear en concordancia a los fines que perseguimos.
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