Comer con buenas vibraciones – Parte 2
Siguiendo con las vibraciones de los alimentos y retomando al investigador André Simoneton, este afirma que básicamente toda la materia existente está compuesta de átomos que emiten una radiación medible y única. Esta “marca” de identidad puede ser destruida, modificada, mejorada o mantenida por otras radiaciones.
Si el organismo de una persona está compuesto de trillones de células compuestas de átomos que emiten en una vibración determinada y única, también puede verse afectado por los fenómenos de resonancia y transmutación biológica procedente de los alimentos que ingiere. La radiestesia y la radiónica permiten ver la compatibilidad de un alimento con un sujeto determinado.
Ya hemos dicho que, según Bovis las medidas de salud media en un humano se fijan entre 6.000 y 7000 unidades de su escala. Puede haber personas que se cuiden a nivel físico, mental y espiritual que estén muy por encima de esas cantidades. Simoneton compara las unidades Bobis con las unidades “angstroms” que son muy similares y concluye igualmente que unas medidas de entre 6.200 y 7.000 angstroms son indicativas de buena salud.
Las frutas están entre los 8.000 y 10.000 A. de media (angstroms) cuando están en perfecto estado. Las legumbres, cereales y semillas entre 7.000 y 9.000 A. Al cocerse pierden algo de esta vitalidad y si se consumen germinadas, aumenta ostensiblemente. El vino, la cerveza y las verduras cocidas muestran una vibración de entre 3.000 y 6.000 unidades A. Las frutas deshidratadas están generalmente entre 4.000 y 5.000 pero aumentan si se remojan durante 24 horas. Las carnes cocidas vibran por debajo de los 3.000 habitualmente, así como los embutidos, el café, los alimentos enlatados y los productos muy elaborados como las pizzas y pastas refinadas. La leche fresca está sobre los 6.500 pero pierde su carga vital al pasteurizarse o mantenerse en el frigorífico durante 24 horas. Es interesante que se hicieron pruebas con terneros alimentados sólo con leche pasteurizada que morían a los pocos días de esta alimentación. Lo dicho sobre la leche ocurre también con los zumos.
Advertimos aquí que estamos hablando de carga vital de un alimento a nivel energético y considerando la generalidad de los mismos. Esto no significa que una persona deba comer o no, leche fresca, carne, pasta u otros alimentos más o menos procesados. Esto es una elección individual, pero sí podemos tener una guía que nos indica que, si mantenemos una alimentación únicamente basada en alimentos desnaturalizados o con baja carga vital, tendremos mucha mayor probabilidad de enfermar con el paso del tiempo y a experimentar decaimiento y falta de energía hasta que surjan problemas mayores.
Por otra parte, lo ideal sería ver el efecto vibratorio de un alimento sobre alguien en un momento dado, observando si la vitalidad de esa persona mejora o empeora consumiéndolo. Como ya hemos comentado, esto es sencillo empleado un equipo radiónico.
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