Cómo realizar esa actividad que lleva tiempo posponiendo
La palabra procrastinar se está haciendo un hueco en el lenguaje habitual. En realidad, en la lengua española siempre se usó la palabra postergar, con un significado idéntico. Algunos dicen que por el uso habitual que se da en la lengua inglesa al término “procrastinate”, se ha generalizado su uso tal como lo conocemos en el idioma castellano. Sea como sea, el origen real proviene del latín “procrastinare”, “pro” (adelante) y “crastinus” (mañana). El significado usual es “dejar para otro día las cosas que una persona sabe que tiene que hacer en el presente”.
Casi todo el mundo ha pospuesto en algún momento una tarea importante, bien por pereza o bien porque, en ese día o momento, no haya encontrado fuerzas o ganas para realizarla. Sin embargo, cuando esto se repite a menudo, puede ser que tengamos un problema que sea preciso abordar para que no arruine nuestro presente y nuestro futuro. Y es que, en los últimos tiempos, la procrastinación se ha convertido en una auténtica epidemia a nivel mundial.
Actualmente tenemos muchas posibilidades para, literalmente, perder el tiempo en actividades que nos gratifican de forma rápida y pasajera pero que no nos aportan nada. Por ejemplo, puede ser que tengas que realizar un importante trabajo para tu empresa y, dado que es una tarea compleja, decides hacer otra cosa más sencilla pero más rápida, con la pretensión de calmar la voz interior que te dice que estás haciendo lo que no debes. También puede suceder que debas preparar un examen, tomar una decisión importante o realizar un trabajo complejo, pero necesario, en el hogar. No obstante, comienzas a perder el tiempo viendo vídeos en Internet, leyendo noticias de escasa importancia sobre un famoso o consultando lo que hacen otros en las redes sociales, en lugar de abordar la tarea pendiente.
La procrastinación está unida al placer, la pereza y también a la inapetencia. Dejas para el futuro una tarea que irremediablemente tendrás que hacer, perdiendo un tiempo precioso en el presente, porque te dejas vencer por una forma de satisfacción a corto plazo. Puede ser que seas una persona perfeccionista y consideres que tu estado mental y anímico del momento no te permite realizar la tarea esperada como debieras, pero en realidad es el cerebro el que te engaña con una simple estratagema de racionalización. El órgano que nos permite pensar, necesita dopamina (un neurotransmisor que produce placer y sensación de relajación) y, como el adicto, está enganchado a actividades que proporcionan esa dopamina a la que se puede haber acostumbrado por exceso de permisividad. Por otra parte, cuando nos encontramos ante tareas que resultan extremadamente complejas o que precisan de una mayor concentración, nos podemos sentir desbordados. Generalmente consideramos que es difícil saber por dónde comenzarlas, creemos que son demasiado complicadas o que no estamos preparados para realizarlas, lo que nos lleva a procrastinar o postergar.
Algunas sugerencias para enfrentarse a la procrastinación son:
- Tomar consciencia del problema. – Reconocer que posiblemente padezcamos problema en este sentido es crucial. Si no creemos que nos enfrentamos a algo determinado que nos paraliza, no podremos dar los pasos necesarios para superarlo. Hay que considerar que, dejar que el problema aumente, sólo nos traerá dificultades mayores.
- Planificar con suficiente antelación. – Lo ideal es que decidamos las tareas a llevar a cabo con un día de antelación, antes de finalizar la jornada o antes de ir a dormir. No debemos llenar cada momento del día, sino determinar la realización de tareas con holgura y con la resolución de llevarlas a cabo.
- Dividir los trabajos o tareas complejas en pequeñas tareas abordables con facilidad. – Los periodos de trabajo o concentración pueden disponerse en máximos de 25 minutos sobre los que no dejaremos que nada nos distraiga. Ni siquiera el teléfono. Luego podemos descansar durante 5 minutos y volver al asunto por otro periodo de tiempo similar, hasta finalizar la tarea menor (que sea parte de una tarea mayor).
Con radiónica también nos podemos programar para tener mucho interés por realizar la tarea o tareas que debemos llevar a cabo, para encontrar la mejor manera de realizar el proceso o para llevarlo a cabo de la manera más eficaz. También podemos programar todo lo mencionado y, además, programar sentirnos bien mientras llevamos a cabo la acción.
Cuando actuamos utilizando la radiónica podemos observar cómo es posible modificar comportamientos negativos de forma mucho más sencilla, incidiendo en aspectos concretos y básicos que pueden ser determinantes. Esto puede marcar una diferencia clara en los resultados, facilitando la corrección de tendencias negativas con mayor facilidad y rapidez.
Deja una respuesta
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.