Conciencia colectiva y radiónica
La idea de la existencia de una conciencia colectiva humana no es nueva. Algunos investigadores ya hablaban de esta posibilidad en el siglo XIX, e incluso antes ya se apuntaba en esta dirección. En la actualidad, cada vez más científicos, sociólogos y psicólogos apoyan este planteamiento. La conciencia individual participa de la conciencia colectiva, recibiendo su influjo y viceversa. Podemos observar ejemplos de conciencia colectiva muy desarrollada en otras especies, como por ejemplo las hormigas.
Ya se ha comentado en este blog cómo la teoría radiónica también reivindica la idea de la interconexión entre todo lo existente, como medio de recabar y enviar información. Podríamos decir que los dispositivos radiónicos serían un método sencillo para poder conectarnos especialmente con la conciencia colectiva humana. Para ilustrarlo, sería como entrar en una especie de Internet donde es posible enlazar con la IP de cualquier ser humano a cualquier nivel. Los llamados CDI (Códigos de Información Intrínseca) en radiónica, son el ADN energético al que podemos acceder mediante los diales y placa adherente de un aparato de radiónica.
Lo llamativo es que el sistema perceptivo de cualquier persona puede recibir esa información y detectar anomalías (a nivel vibratorio) en los demás. En radiónica se entiende que las anomalías energéticas terminan por hacer mella en el cuerpo físico y que los problemas físicos también dejan una impronta a nivel energético. Generalmente las enfermedades detectadas por los médicos en el organismo han sido precedidas por “huellas vibratorias” producidas previamente en el armazón energético. Es posible detectar anomalías en este ámbito con un aparato radiónico.
Con esta información como base, lo siguiente sería tratar de equilibrar y normalizar los parámetros desarmónicos para corregir la estructura vital antes de que degenere a nivel físico. A veces se descubren irregularidades que todavía no están manifestadas orgánicamente y otras veces es posible comprobar como una terapia física produce la normalización a nivel energético, aunque todavía se observen alteraciones en la materia orgánica.
Cuando el proceso ya ha llegado a producir una disfunción física clara, además del tratamiento médico convencional (siempre indispensable), la radiónica busca normalizar los parámetros energéticos con la idea de que el problema se solucione a niveles profundos, siempre que sea posible. Los resultados de las experiencias en este sentido pueden ser muy sorprendentes y positivas cuando se realizan correctamente. La terapia radiónica entraría por tanto dentro del mundo de las terapias alternativas como una opción anexa a la medicina convencional, coadyuvante a la misma y que en absoluto interfiere con ella.
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