Influencia, el uso de la radiónica para modificar comportamientos
¿Se puede utilizar la radiónica para influir sobre otros? Uno de los asuntos más controvertidos al considerar la radiónica tiene que ver con este aspecto. De hecho, se comenta que la prohibición de usar la radiónica durante algunos años en los Estados Unidos estuvo relacionada, sobre todo, con la posibilidad de modificar patrones de comportamiento, por las implicaciones que eso podría tener. ¿Recuerda el dicho de que “cuando el rio suena, agua lleva”?
¿Significa esto que se puede hacer que una persona cambie radicalmente de forma de pensar y actuar sobre un asunto, en cuestión de minutos, con la radiónica? No. Los que consideramos la radiónica como algo serio no divulgamos fantasías. En la vida real, nadie cambia tan rápido (de forma consciente) a no ser que disponga de una nueva información, que acepte esa información como válida y que la nueva información sustituya de forma eficaz a la que provocaba un determinado comportamiento anterior.
Las conductas asiduas, las creencias y las ideas suelen estar muy arraigados en el cerebro. Se terminan estableciendo circuitos neuronales (una especie de caminos rápidos) por los que circulan los pensamientos habituales. Generalmente las personas modifican los hábitos tras reflexiones, experiencias intensas o influencias externas que las llevan a actuar siguiendo pautas diferentes. La profundidad de las reflexiones, la potencia de las experiencias y la robustez de las influencias serán determinantes en la velocidad y magnitud de los cambios.
Ahora, imagine por un momento que una persona queda expuesta de forma reiterada a una nueva idea. Distinta a lo que acostumbra, pero a la vez razonable y que se repite de forma constante en su cerebro. Una información que plantea algo diferente y que se presenta de manera amable, lógica y bien planteada. Es muy probable que la persona comience poco a poco a mirar las cosas con un sesgo distinto y se vaya abriendo a nuevas pautas mentales. Por otra parte, es importante tener en cuenta que nuestro organismo no es sólo la materia que contemplamos. Hay patrones energéticos subyacentes que determinan no solo la correcta funcionalidad orgánica, sino también las respuestas que emitimos en relación a los estímulos.
La teoría radiónica defiende que podemos “incitar” a un ser vivo a nuevos comportamientos cuando, de forma reiterada y constante, emitimos sobre ese ser vivo nueva información que impregne los diferentes niveles vibratorios que lo conforman. Se trata de un proceso paulatino (dentro de la gama de acciones lógicamente posibles en relación al ser vivo considerado). Este proceso primero equilibra, lo que facilita la adopción de nuevas pautas de acción. Después introduce las configuraciones energéticas y codificaciones relacionadas con nuevos modelos más positivos. Por último, repite la emisión hasta que haya cambios que a su vez lleven a otros cambios. Para ilustrarlo, sería como un modelo de aprendizaje estructurado, donde existe una preparación previa, un proceso de transformación y finalmente una fase de ajuste gradual hacia el modelo final esperado. Tenga presente que, con radiónica, también podemos programar cambios en relación a las condiciones externas de una persona, cambios que faciliten nuevos comportamientos.
Considere todo esto a la hora de utilizar su dispositivo de radiónica bien constituido para generar conductas más evolucionadas y positivas. Obtendrá resultados más potentes y efectivos.
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