La realidad no es lo que creemos.
Los físicos actuales están prácticamente de acuerdo en que la perspectiva newtoniana clásica del mundo no tiene nada que ver con la manera real en que funcionan las cosas. Eso significa que el mundo subatómico desafía la razón y la lógica establecida de manera que asombra a los científicos modernos. Partículas que obedecen al observador, el tiempo que se acelera o retarda, elementos básicos de la materia que parecen comunicarse entre sí a distancias enormes, todo nos lleva a pensar que la realidad que pensamos prefijada e inamovible no es así en absoluto.
Físicos de renombre como Bernad d’Espagnat, ganador del premio Templeton se atreven a decir abiertamente que la conciencia misma es la que crea el mundo físico. Algo que los budistas llevan cientos de años afirmando. ¿A qué nos lleva todo esto? A que es posible modificar nuestra realidad si ejercemos influencia adecuada sobre ella.
La Radiónica lleva defendiendo esta postura durante los últimos cien años. Nos muestra cómo es posible actuar sobre parámetros energéticos para reestablecer patrones desequilibrados que determinan el bienestar de un organismo. La teoría radiónica también afirma que es posible ejercer una influencia real sobre la configuración básica de las estructuras materiales. En definitiva, acercarnos a realidades diferentes a nivel individual para conectarnos a las soluciones o acciones que queremos convertir en realidad.
Tenemos la posibilidad de experimentar cambios cuando abrimos nuestra mente. No se trata de creer a ciegas ni pensar en aspectos sobrenaturales. A veces disponemos de soluciones a nuestro alcance que sólo requieren la voluntad de apartar nuestros prejuicios y considerar que podemos actuar sobre nuestra vida más de lo que pensábamos posible. Cuando hacemos esto, un universo de nuevas posibilidades se abre ante nuestros ojos. Es lo que de verdad importa. ¿Qué espera para hacer sus sueños realidad?
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