¿Mala suerte o buena suerte? Es posible elegir (1 de 2)
Empezaremos hablando de los llamados periodos de “mala racha” o “mala suerte”. Los definiremos como cúmulos de circunstancias difíciles y/o adversas que se agrupan en la vida de una persona y que le hacen sentir mal o padecer algún sufrimiento, en mayor o menor medida. Mientras que la buena suerte, sería justo todo lo contrario.
El psicólogo Richard Wiseman señala que “Es la propia persona la que crea su propia buena o mala suerte”. La idea inherente es que cada individuo, de forma personalizada, califica los sucesos que le acontecen como malos o buenos y eso determina de forma considerable lo que considera como mala o buena suerte. También implica que nuestras elecciones pasadas, presentes y futuras, en función de que sean más o menos adecuadas, tendrán un resultado que será peor o mejor para nuestros intereses (teniendo en cuenta que lo que para una persona puede ser bueno, para otra sería malo o viceversa). Por otro lado, están el puro azar y las leyes de la existencia. En esta última encuadraríamos sucesos como la muerte, que es un proceso cierto que eventualmente acontece a cualquier ser vivo.
De entrada, estar acostumbrados a calificar lo que acontece simplemente como “bueno o malo” implica limitar nuestra visión de la realidad. Si cambiamos la palabra “problema” por “circunstancia”, estaremos avanzando hacia un concepto mucho más sano de lo que nos acontece. De esta manera, lo que consideramos un problema, cambia a ser una situación más o menos compleja sobre la que, generalmente podemos encontrar una solución o una forma de afrontamiento positiva.
Las situaciones difíciles o las rachas de situaciones difíciles (los periodos de mala suerte) suelen ser la consecuencia de un conjunto de decisiones inadecuadas que se tomaron en el pasado o que se dejaron sin resolver. Son circunstancias que han terminado por traer consecuencias negativas (o que percibimos como negativas). Tomar conciencia de esto es muy importante porque nos puede llevar a realizar cambios en la dirección positiva que terminen por hacer nuestra vida mucho más significativa. De hecho, muchas personas relatan haber llegado a una existencia plena o valorar lo verdaderamente importante como consecuencia de haber “tocado fondo” en el pasado.
Nuestras actitudes, nuestros pensamientos y nuestras acciones (como resultado de nuestros pensamientos) nos pueden llevar a materializar lo que deseamos. Visualizar con constancia resultados positivos facilita la manifestación de esos acontecimientos. No se trata de magia ni superchería. En realidad, esta idea está en consonancia con la física cuántica, en la que el experimentador puede influir sobre la materia en cierta forma.
Esto es lo que también defiende la teoría radiónica, que preconiza que podemos influir sobre el armazón energético de lo que consideramos nuestra “realidad” (en el fondo un enorme cúmulo de partículas y átomos que conforma todo lo que nos rodea), de manera que nos acerquemos o experimentemos lo que consideramos como positivo para nosotros. Esto lo podemos hacer parametrizándolo a través de dispositivos radiónicos adecuados.
En la siguiente parte de este blog hablaremos sobre los hábitos para atraer la buena suerte.
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