Peligro embotellado al alcance de todos. ¡Protéjase!
Sorprende saber sobre múltiples casos de personas jóvenes y de mediana edad con importantes problemas cardiovasculares, sobrepeso, obesidad, diabetes y otras patologías importantes. Nunca antes la incidencia entre la población había sido tan grande.
Las personas tienden a creer que consumiendo zumos de frutas de procedencia industrial (lo que se encuentra en supermercados y tiendas de alimentación), su salud mejora. Incluso ingenuamente se sustituyen las bebidas carbonatadas azucaradas por estos zumos, en la creencia de que aportan vitaminas y nutrientes naturales. Lo que pocos saben es que estos zumos tan “naturales” cuentan con la presencia de metales pesados muy dañinos: plomo, mercurio, cadmio e incluso arsénico inorgánico.
Cualquier consumidor puede poner en peligro su salud ingiriendo metales pesados, pero especialmente los más jóvenes, incluso con las cantidades tan pequeñas que pueden obtenerse a través de muchos de estos zumos envasados. Entre los peligros relacionados con estos aditivos citamos: disfunciones cognitivas, alteraciones endocrinas y reproductivas, problemas renales, hipertensión, hiperactividad, cánceres de vejiga, pulmón, piel y un largo etc., además de los comentados al principio.
El problema añadido es que estos metales pesados también se ingieren con otros productos de alimentación industrializados, por lo que su efecto acumulativo puede causar estragos entre la población, como ya se observa en la actualidad.
¿Qué puede hacer? Sustituir en la medida de lo posible las comidas preparadas que se venden en los supermercados. Disminuir al máximo el consumo de refrescos y zumos, por muy naturales que parezcan. Ser más consciente de que lo que come o bebe puede dañar de manera importante su salud. Beber más agua, comer más fruta completa, incluir más verduras y hortalizas en su alimentación diaria y ayudar a los más jóvenes del hogar para que acostumbren su organismo y paladar a aquello que le beneficia en lugar de lo que le perjudica.
No olvide que, además, es posible “programar”, de forma muy sencilla, la comida y la bebida para que sepa mejor o para que ejerzan influencia positiva en determinados aspectos escogidos. Hablaremos de estas posibilidades en próximos comentarios.
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