Programar objetivos realistas con radiónica
Hay una diferencia fundamental entre “imaginar” y “programar”. Cuando imaginamos alguna situación futura de forma idílica, simplemente estamos estableciendo una representación, más o menos vaga, de cómo nos gustaría que se desenvolviesen las circunstancias en relación a un asunto determinado. Generalmente, cada vez que fantaseamos, el cuadro varía en algunos aspectos. Añadimos o quitamos cosas, desdibujamos el entorno o sustituimos personajes. Por otra parte, por cada ensoñación positiva, recreamos decenas de ensoñaciones negativas (por miedos o estados de ánimo) que contrarrestan lo que nos gustaría que ocurriese. Estas variaciones y los miedos inherentes a lo desconocido contrarrestan de forma poderosa los resultados de la “imaginación soñadora”.
Cuando programamos un objetivo, generalmente, lo hacemos con una mentalidad más realista. Si, por ejemplo, hemos pasado los cincuenta años, no tenemos un piano y jamás hemos recibido clases de música, es imposible que con cincuenta y tres estemos dando conciertos interpretando a Chopin con gran maestría. Otra cosa sería que nos planteásemos tocar de forma aceptable este instrumento, en un periodo de tiempo similar y con bastante dedicación. Lo primera opción sería un ejemplo de fantasear y la segunda sería una posibilidad más o menos realista de futuro. Programar implicaría establecer y seguir una serie de pasos para llegar al objetivo.
Con radiónica utilizamos el dispositivo para plantear y programar situaciones realistas dentro de lo físicamente posible. Podemos esperar que al emplear adecuadamente nuestro aparato la situación se desenvuelva y vea facilitada de acuerdo a los parámetros racionales que introducimos en el mismo. El dispositivo, a través de la placa adherente nos indica una configuración vibratoria para el objetivo marcado y también nos muestra la situación actual en relación a esa configuración. A partir de ese momento y dependiendo de la magnitud de nuestro planteamiento final, podremos percibir que empezamos a desenvolvernos con el entorno (o el entorno con respecto a nosotros) de forma más fluida y certera en relación al objetivo. Nuestra situación vibratoria presente queda conectada a la situación vibratoria que señalamos como meta. La teoría radiónica señala que no se trata únicamente de una mera conexión imaginaria, sino que nos enlazamos con la configuración energética real que está presente en las posibilidades futuras del tiempo y espacio.
Si mantenemos una actitud expectante y proactiva observaremos que los acontecimientos y nuestras acciones se encaminarán de forma diligente hacia lo buscado cuando interactuamos de forma frecuente con el dispositivo. El aparato radiónico no sólo servirá de instrumento guía, sino que también podrá indicarnos si en algún momento nos alejamos del objetivo. Además, podremos adaptarnos con facilidad a las circunstancias cambiantes o modificar el resultado deseado si consideramos que algo deja de interesarnos. Por último, también podemos utilizar el dispositivo como una ayuda o guía para tomar decisiones en función de las posibilidades energéticas de realización de un futuro determinado. Un aparato radiónico de calidad, utilizado correctamente, nos permite no sólo “programar” un resultado, sino también interactuar con las circunstancias en las distintas etapas y centrarnos en la meta (o diferentes metas) que deseemos hacer realidad.
Deja una respuesta
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.