¿Somos conscientes de la importancia de lo que tenemos?
Cuando estamos sanos, solemos centrarnos en los asuntos cotidianos de la vida. Pensamos en solucionar problemas y/o alcanzar metas. Nos centramos en el trabajo, las relaciones, los hijos, los estudios o satisfacer necesidades, sean materiales o espirituales.
No obstante, la mayoría de las personas no son conscientes de la multitud de procesos que el organismo tiene que realizar para mantener la salud física y la salud mental que permite el normal desenvolvimiento vital. Es más, a veces sometemos al cuerpo a mala alimentación, bebidas inconvenientes, drogas innecesarias, poco ejercicio o inadecuado, estrés mental y abusos diversos que terminan por pasar factura.
Cuando llega ese momento, nos preguntamos por qué nos ha tocado a nosotros lidiar con la enfermedad. Nos quejamos de la mala suerte y nos vemos obligados a realizar un esfuerzo adicional por recuperar la salud. Todos nuestros proyectos se ralentizan o incluso se paralizan. Los problemas pueden aumentar y llegar a desbordarnos. Si finalmente recuperamos la salud, nos sentimos muy alegres y contentos. A veces, nos replanteamos por completo lo que hemos estado haciendo hasta ahora y modificamos nuestro rumbo vital y nuestros intereses. Pero ¿Es necesario llegar a esos extremos para valorar lo que ya tenemos y encarrilar nuestra existencia de forma más adecuada?
Podemos sacar tres conclusiones de esta idea. La primera es que cuidar el cuerpo debe convertirse en una rutina interiorizada. Sin salud no tenemos libertad ni tampoco podemos disfrutar plenamente de las opciones que poseemos. La segunda conclusión es: Estar sanos es un motivo de alegría por la que sentirnos agradecidos continuamente. Por último, la tercera idea a tener en mente, es que resulta conveniente detenernos de vez en cuando a reflexionar si lo que estamos haciendo con nuestra vida es lo que realmente nos conviene e interesa.
Teniendo en cuenta que la existencia es finita, ¿Estamos viviendo de acuerdo a lo que queremos o simplemente a lo que interesa a otros? ¿Nos limitan nuestras creencias? ¿Estamos desarrollando todo nuestro verdadero potencial? Por todo ello, es preciso considerar si nuestras acciones están en consonancia con lo que verdaderamente deseamos y si estamos desaprovechando el tiempo limitándonos a vivir sin expectativas mayores o sin ilusiones que nos hagan sentirnos realmente vivos y felices.
La radiónica puede ser una herramienta que nos ayude a mantener un buen equilibrio orgánico y mental. Un equipo radiónico con un programa automático que trabaje de forma automática estos niveles es una inversión realmente provechosa. Es sencillo comprobar los beneficios en tan sólo varias sesiones.
Por otra parte, establecer objetivos y metas, tanto vitales como de desarrollo personal se vuelve más sencillo. Enlazar nuestra situación actual con situaciones mejoradas, también lo es. La radiónica puede ser una herramienta de cambio y evolución. Una forma de sacar más provecho a la vida. Sólo es necesario que usted se permita experimentar.
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